Corajosa e polémica, Hirsi Ali, nesta reportagem do jornal El PAIS:
“La primera vez que me caí de una bicicleta me sentí libre”. Eso fue hace poco.
Sí, hace muy poco, poco más de una década. [Ríe, con una risa que le ilumina los ojos; traviesa, recuerda cómo con una paga que le dieron en Holanda dentro de su estatuto de refugiada se compró unos pantalones baratos y se despojó su larga y púdica falda. Así su indumentaria no se podía calificar de indecente, cumplía con las normas de una buena musulmana. Cuando probó la bicicleta se cayó…]. Soy libre. Mi libertad comenzó hace 13 años cuando tomé el tren rumbo a Amsterdam, cuando decidí escapar de un matrimonio concertado. Fue entonces cuando opté por una vida en libertad, por una vida en la que no me vería sometida a alguien a quien yo no había escogido y en la que mi espíritu también sería libre.
Por qué abandonó su religión?
Sentí que me estaba convirtiendo en una apóstata tras el 11-S. Todas las declaraciones que Osama Bin Laden y su gente citaron del Corán para justificar los atentados, las busqué y estaban allí. Bin Laden citaba verdaderamente las aleyas de nuestro texto sagrado. “¡No es posible!”, pensé. Pero lo era, ¡allí estaban! El rechazo fue algo natural. Más tarde leí un libro, un libro que sabía que no me hacía falta leer porque yo ya había roto con Dios: El manifiesto ateo. Antes de llegar a la cuarta página sabía que había echado a Dios de mi vida. Me había vuelto atea. Lo descubrí estando de vacaciones en Grecia, y como no tenía a nadie a quien decírselo, me miré en el espejo y me dije: “No creo en Dios”. Hablé muy despacio y en somalí. Y me sentí bien, no experimenté ningún dolor, sino una gran claridad. La perspectiva de abrasarme en el infierno desapareció y mi horizonte se hizo muy amplio. Dios, Satán... Todo era producto de la imaginación. A partir de ese momento iba a pisar con aplomo el suelo bajo mis pies y orientarme a través de la razón y mi amor propio. Mi brújula moral estaba en mi interior, en absoluto en las páginas de un libro sagrado.
¿No cree que pueda haber un islam moderado?
La gente dice que los valores del islam son la compasión, la tolerancia y la libertad, y yo observo la realidad, las culturas y los Gobiernos, y veo que eso, lisa y llanamente, no es así. En Occidente, muchos aceptan ese tipo de aseveraciones porque han aprendido a valorar las religiones o las culturas de un modo no demasiado crítico por miedo a que les llamen racistas. Lo peor que se le puede llamar a un holandés es racista. Su pasado colonizador, el apartheid en Suráfrica… Para que nunca les puedan llamar racistas no tienen que cuestionar la inmigración, incluso cuando ésta socava los valores de Occidente. Me produce mucha risa la Alianza de Civilizaciones del presidente Zapatero. ¿Es civilización provocar un sufrimiento intolerable a las mujeres, señor Zapatero? ¿Es civilización violar los derechos humanos haciendo de las esposas, las hijas, una propiedad? ¿Es civilización la corrupción moral de los países islámicos?